Mediados de junio, vislumbro un mar violeta ante mis ojos. El característico aroma de esta planta me embriaga, me siento en la calma más absoluta. El mundo se detiene; es cierto que ayuda a lavar las heridas, ya sean físicas o aquellas que se alojan en el alma.
Esto me hace pensar en todos los beneficios que podemos extraer de ella; en cómo esa paz que me transmite su aroma puede ser extrapolada a otros ámbitos de la vida diaria, así que me pongo a pensar en las diferentes formas de darle uso.
Lo primero que me viene a la mente es el maravilloso oleato, en masajes, para tratar los dolores reumáticos y de cabeza; el insomnio, el estrés, los eccemas y daños provocados por una exposición solar prolongada, para mejorar heridas y quemaduras... Otra de las cosas que me viene a la mente son los cataplasmas para tratar resfriados, sinusitis y descongestionar las vías respiratorias. Y ahora llega el momento en el que me pregunto, ¿eso es todo? Pues parece ser que no; también es una genial compañera en los cojines de semillas para aliviar dolores, aportando su delicioso aroma y haciendo que cada vez que sintamos ese olor, no haya nada capaz de perturbar nuestra preciada calma, algo muy difícil de lograr hoy en día, en un mundo en el que todo es correr.
Y esto es todo, esperamos que os haya sido de utilidad el post y que podáis sacarle provecho.
Recordad que este artículo es meramente informativo y no es un consejo médico. Utilizad estas recomendaciones bajo vuestra responsabilidad. Si tenéis alguna duda respecto al uso de estos remedios, podéis dejarnos un comentario más abajo.
¡Hasta la próxima!
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