Sé que desde que empezamos con el blog solo han habido entradas de fichas de esas plantas tan beneficiosas, pero hoy, además, quiero añadir algo de historia personal.
Mi marido es técnico en mantenimiento industrial, además tiene una enfermedad en la espalda, llamada espondilolistesis, en que una vértebra de la columna empuja a otra, una se mete para dentro y saca a la otra para fuera. El resultado de esta enfermedad es que cuando carga mucho la espalda, las vértebras ejercen presión y le estrangulan la médula; podéis imaginaros el dolor. Pasamos por especialistas, por tribunales médicos, le dieron medicación a la que no respondía; le negaron bajas laborales porque decían que el dolor no era suficiente motivo para coger la baja y, como el dolor es algo subjetivo y que no se puede demostrar no podíamos hacer nada al respecto.
Hace ya casi cuatro años que vivimos esta situación, cuatro años en que nos hemos visto atados de pies y manos cada vez que reaparecía el dolor de la enfermedad. Hace cosa de un mes y medio, mi marido llegó a casa casi agachado, incapaz de ponerse recto del dolor que le causaba la espalda. Me sentí impotente al verlo entrar por la puerta y ver cómo estaba y que no había nada que yo pudiese hacer al respecto. Le tumbé en la cama y le pregunté si podía probar algo, creía que tenía algo que podría ayudarle, aunque fuese un poco. Al principio se mostró un poco reacio, intenta no tomar medicamentos ni nada químico, es algo que no le gusta. Cogí mi frasco de aceite de romero, puse un poco en un tupper y añadí unos discos de algodón, de los de desmaquillarse. Lo dejé un rato todo junto, para que se empapasen bien los discos y después cogí uno y se lo froté por la espalda. Le hice un buen masaje y le dije que descansara, que quizá con suerte en un rato le dolería un poco menos la espalda.
Un par de horas más tarde vino al comedor, aún con muchos dolores aunque había conseguido ponerse recto. Al ver que parecía que el aceite había hecho algo, le propuse repetir el procedimiento durante unos cuantos días y, aunque me costaba creerlo, accedió de inmediato. No voy a mentir diciendo que al día siguiente ya estaba perfectamente, pero si os diré que tras 5 días de friegas y masajes cada noche con el aceite conseguimos que la mayor parte del dolor remitiese. Es cierto que la enfermedad va a seguir ahí y hay que aprender a vivir con ella, pero yo realmente me alegro de poder decir que, tras tanto tiempo de impotencia al ver que no podía hacer nada por una de las personas a las que más quiero en este mundo, he encontrado algo que puede hacer que vivir con ello sea un poco más sencillo.
Y esto es todo, no quiero alargarme más, pero tenía ganas de compartir con vosotros esta experiencia que ha sido la que realmente me ha empujado a dar el paso e intentar ayudar a alguien más con sus problemas. Espero que hayáis disfrutado el post y que pueda seros de ayuda.
Os invito a que dejéis vuestras preguntas, sugerencias y/o comentarios.
¡Hasta la próxima!
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